El Listín, espacio tradicionalmente abierto desde su fundación a la polémica epistolar, dio cabida a un interesante artículo de Jean Garry Denis, Director Ejecutivo del Observatorio de Políticas Públicas de Haití, en respuesta al enfoque que este diario publicara el 28 de noviembre pasado, calzado con mi firma: el ilustre vecino – a quien me gustaría conocer y ser amigo – en general valida cada afirmación histórica que hice, al tiempo que aprovecha para insultar – injustamente – a nuestro Jefe del Estado, algo inaceptable.
Se queja de que haya afirmado que la matriz de nación haitiana – proceso que fusiona mitos y realidades – en toda República -, contiene como elementos esenciales su lengua, el patois – que cumple con todos los requisitos de un idioma moderno-, el vudú – que no es milenario, sino centenario y se forma a partir de elementos de la religión africana y el catolicismo – en consecuencia no puede ser anterior al cristianismo- y, el color que fue una condición jurídica impuesta para la ciudadanía haitiana hasta el siglo XX y, que admite: No creo que haya nadie que objete, científicamente, esos hechos.
La esclavitud – que en la historia de la humanidad no hemos padecido solo los negros – en un momento inicial fue un avance porque dio un motivo para conservar la vida del vencido, encontró de la mano de Francia en Haití, su peor expresión en el continente: encadenada – todo el tiempo a un trapiche -una persona sin socializar ni reproducirse difícilmente sobrepasaba los ocho años.
La inhumana crueldad del sistema francés – que como cualquier ser humano condeno – produjo una rebelión que en una noche eliminó a todos los blancos – no sé si con navajitas -; pero lo cierto es que esa “explotación económica que hizo ricos a los explotadores”, al día siguiente, no existía y desde entonces el país que se formaba caminó – por 218 años – hacia la pobreza más extrema.
El distinguido intelectual recoge, como habíamos escrito, que en este lado la esclavitud, en el territorio pobre – y despoblado – de una España decadente, era paternalista y por ello, más humana: Esclavos y amos eran “amigos y casi familia”, los de abajo no tenían la rabia, el odio o enojo justo de nuestros vecinos.
Refiere como punto controversial de mi enfoque la anexión a Haití – que fue ocupación – , indicando que no menciono la divergencia entre los habitantes de esta parte y el “deseo mayoritario de vincularse con Haití” la República negra fundada poco antes; falta a la verdad al citar el recibo que el Dr. Núñez de Cáceres – líder de la Independencia Efímera que proclamó la independencia de España 79 días antes-, dio al Presidente Boyer.
Quien proclamó el Haití español deseaba vincularse a la Gran Colombia fundada por Bolívar y a ese efecto envió a Pineda a Bogotá, no a Puerto Príncipe y, para confirmar esta disposición basta leer el artículo 6 del Acta Constitutiva, el que consagra la necesidad de “dirimir las relaciones con Haití mediante un tratado de amistad, comercio y alianza” para la común defensa y seguridad de ambos territorios: no una anexión.
Ciertamente ante una invasión inesperada a un territorio –que no es enemigo – poblado por apenas 70 mil almas – incluidas mujeres y viejos –, sin ejército, poca resistencia que ocasionara derramamiento de sangre podía esperarse: Haití, que entonces era rico, tenía 500 mil personas y tenía en armas, entrenados y armados más de 30 mil soldados.
La cita de Francisco del Rosario Sánchez – procurando vincularlo a intereses haitianos – que a él le parecía una mancilla – no puede ser más fuera de contexto, si recordamos lo que desde la primaria nos enseñan: “Entro por Haití porque no puedo hacerlo por otra parte; pero si alguien pretendiese mancillar mi nombre por eso, decidle que yo soy la Bandera Dominicana”.
En realidad, la breve paz entre los dos pueblos después de consolidada la independencia en 1844 y tras las escaramuzas brutales posteriores, se debió a un mensaje, firme, de España a través de Mariano Torrente, el escritor de la reconquista enviado desde La Habana, conforme al cual, ésta movilizaría tropas de Cuba y Puerto Rico, si Haití intentaba otra invasión: Ni esa breve paz se debió a la generosidad de nuestro vecino.
Admite el articulista, como un derecho las repatriaciones de ilegales, siempre que se respeten los derechos humanos de los haitianos y, en eso, todos estamos de acuerdo; pero no solamente para ellos, sino también para venezolanos y demás personas; desde luego, estamos de acuerdo en que los trabajadores haitianos son un aporte a la economía dominicana en la construcción, la cosecha de café, cacao, el suministro de servicios y el corte de la caña, y fruto de ello repatrian USD$ 750 millones anuales en remesas: somos la segunda nación del mundo en aportes de divisas a Haití.
No entiendo muy bien su queja de que se formen en centros educativos dominicanos “los hijos de haitianos acaudalados” emigrados, en vista de que acá, hay centros universitarios adonde asisten ricos y pobres, haitianos y dominicanos: en el país hay centros para todos los presupuestos.
Recuerdo que, por poco menos de 30 años, luego de varias conversaciones y estando Haití en el inicio de su última crisis política, hablando con Agripino Núñez Collado, coordinamos que miles de haitianos, acomodados y pobres, pagando y becados, vinieran al país a estudiar agronomía, medicina, administración pública, contabilidad; Balaguer, incluso me autorizó a traer decenas de haitianos a entrenarlos en oficinas públicas en preparación de proyectos y cooperación, en la oficina de Lome IV: Balaguer era cualquier cosa menos racista o antihaitiano – como indica – su único problema era que conocía el problema. Nuestra iglesia por igual recibió a muchos, incluido Jean B. Aristide.
Las picaduras hechas por el articulista, ajenas a la razón y a la lógica de la historia – revelan su racismo, no el nuestro- pues todas, son para culminar imputando al Presidente Luis Abinader de actuar “infelizmente”, de “infantilismo” y de ser un “niño turbulento y colérico”: todo porque es blanco… olvida que en el siglo XIX – desde la Trinitaria-, nuestros presidentes y líderes más influyentes fueron negros o mulatos: quien no puede probar la razón de sus argumentos, usualmente insulta para poner fin a la discusión y, eso hace daño a la construcción intelectual del artículo.
En este momento, Luis Abinader es el mejor aliado que pueden encontrar Haití y los haitianos, pero desde luego, de la república de la que es presidente, es de la dominicana y, en el tema haitiano que hoy convoca al país porque su crisis se ha convertido en un tema de seguridad nacional, él, no se puede equivocar.
¡Ah! Amigo Denis, aunque me considero moderado con muchos amigos haitianos, puede acusarme de conservador, de derechista y le agradezco el piropo, pero si me hubiese acusado de izquierdista, le habría invitado a un duelo.